

Colegio Oratorio Don Bosco
El jueves 5 de junio, el Salón Silva Henríquez se transformó en un espacio vivo de aprendizaje y conciencia ecológica gracias a la Feria Medioambiental organizada por el Centro de Estudiantes del Colegio Salesiano Oratorio Don Bosco (CEAL). Durante cinco horas, desde las 9:00 hasta las 14:00 hrs., alumnos de todos los cursos recorrieron la muestra, que reunió temas fundamentales para el cuidado del planeta, como el reciclaje, la clasificación de residuos, las plantas medicinales y la educación ambiental, en una jornada cargada de reflexión, creatividad y compromiso.
La profesora asesora del CEAL, María Natalia Dunarri, explicó el profundo sentido de esta iniciativa: “El CEAL está comprometido no solo con mejorar los espacios verdes, sino también con integrar todos los aspectos que influyen en el desarrollo integral de nuestros estudiantes. La encargada medioambiental planificó actividades que buscaron generar la menor basura posible, reutilizando materiales y usando hojas para adornar, reflejando un trabajo colectivo que va más allá de la simple exhibición.”
La feria, que incluyó áreas para dibujar, aprender sobre plantas medicinales y recibir libros, tuvo un impacto especialmente visible en los estudiantes más pequeños. Diana Cruzado, encargada medioambiental, contó con emoción: “La rectora nos comentó que los niños de enseñanza básica comenzaron a decir ‘no lo botes, esto es un residuo’ y ‘eso no se puede reciclar’. Fue una alegría inmensa saber que el mensaje llegó y se está aplicando.”
Cada estudiante expositor se preparó para abordar los temas según la edad de los visitantes. Gabriel Pérez, uno de ellos, explicó: “Quise manejarme bien en el tema y pensar cómo decirlo para que cada curso lo entendiera. Mi objetivo fue que todos tuvieran más conciencia sobre las plantas, su ciclo y cómo cuidarlas.” Gabriel también compartió su esperanza de que en el futuro se organicen excursiones a espacios como invernaderos para fortalecer esta conexión con la naturaleza.
La empatía y la colaboración fueron valores que marcaron la experiencia. Joaquín Toledo expresó: “Nos motivó el esfuerzo que puso Diana, y como lista valoramos mucho la colaboración recíproca para hacer que la comunidad escolar se sensibilizara con temas tan relevantes como el reciclaje y la contaminación.”
Sin embargo, también se reconocen desafíos. Bárbara Manzano comentó: “El mayor desafío será mantener el interés en el tiempo, porque estas actividades a veces se ven como algo puntual, pero creemos que el impacto fue positivo y notamos un genuino interés de nuestros compañeros.”
Esta Feria Medioambiental se enmarca en el contexto de la certificación SNCAE recientemente obtenida por el Oratorio Don Bosco, que reconoce la calidad de su gestión ambiental. Más que un evento, fue un hito que reafirma el compromiso del colegio con la formación de estudiantes conscientes, responsables y comprometidos con el cuidado del planeta.
El Colegio Oratorio Don Bosco celebra la obtención de la certificación ambiental del Sistema Nacional de Certificación Ambiental de Establecimientos Educacionales (SNCAE) en su “Nivel Básico”. Este logro representa un importante avance en el compromiso de la comunidad educativa con el cuidado del medio ambiente y la formación de una ciudadanía ambiental global.
Este proceso fue liderado por la profesora Araceli Herrera Vallejos, encargada de Ciencias y Tecnología y docente de Química, quien compartió las motivaciones que la impulsaron a asumir este desafío: “Siento un profundo compromiso con el cuidado del medio ambiente y la construcción de un futuro sostenible. Liderar este proceso me permite poner en práctica los valores salesianos de solidaridad y responsabilidad social, contribuyendo a formar ciudadanos más conscientes y comprometidos con el planeta”. Además, destacó que esta certificación es un paso hacia el objetivo de convertir al colegio en un referente en educación ambiental que inspire a otros establecimientos.
El camino hacia la certificación no estuvo exento de dificultades. Según la profesora Herrera, los primeros pasos fueron complejos, especialmente al organizar un comité ambiental que integrara a apoderados comprometidos y un club de forjadores del ambiente con estudiantes interesados en generar impactos positivos en su entorno. “Realizamos un autodiagnóstico exhaustivo de las prácticas ambientales en nuestro colegio, identificando tanto las fortalezas como las áreas de mejora. Esta evaluación inicial nos permitió establecer una línea de base y definir los objetivos del proyecto”, explicó.
Desde el inicio, se realizaron actividades de sensibilización para generar conciencia sobre la importancia de la certificación ambiental y fomentar la participación activa de toda la comunidad. Entre estas actividades, se destacaron las celebraciones de efemérides ambientales y proyectos ecológicos que involucraron a estudiantes, docentes y apoderados.
Sin embargo, uno de los mayores desafíos fue lograr una participación activa y constante de toda la comunidad educativa. “Superar la resistencia al cambio y generar una cultura de sostenibilidad requiere un esfuerzo constante de comunicación y motivación”, comentó Herrera. Cada actividad debía ser documentada como evidencia para presentar al Ministerio del Medio Ambiente, lo que añadió una carga adicional al proceso.
La implementación de medidas concretas, como la gestión de residuos y campañas de reciclaje, también supuso retos logísticos y de coordinación. Entre estas iniciativas, destacó la campaña de reciclaje de tapitas de botellas, destinada a ayudar a niños con cáncer, y la obtención de contenedores para reciclaje a través de fondos concursables de la Municipalidad de Santiago. “Es fundamental que toda nuestra comunidad se involucre y que estas instancias no recaigan sobre unos pocos”, subrayó.
El papel de los estudiantes fue central en este proyecto. Según la profesora, “fueron los principales protagonistas del proyecto. Participaron en talleres ambientales y cursos de líderes ambientales, además de involucrarse en actividades como la recuperación de nuestros antejardines y la reforestación de nuestro refugio de la ermita, donde también ayudaron en su mantenimiento”.
Herrera destacó cómo el entusiasmo de los estudiantes motivó a los apoderados a involucrarse más activamente: “Los padres se fueron comprometiendo a medida que veían concretados los proyectos de sus hijos. Ellos son el reflejo de sus hijos trabajando en actividades medioambientales”. Asimismo, reconoció el esfuerzo colectivo al celebrar los logros alcanzados y valoró especialmente el rol del “club de forjadores del ambiente”, compuesto por 26 estudiantes de enseñanza media, que demostraron un compromiso ejemplar.
Finalmente, la profesora Herrera quiso agradecer a quienes hicieron posible este logro. “Quiero dar las gracias, en especial, a Zaira Brito por su gran apoyo en todo el desarrollo de este trabajo y que, sin su ayuda, difícilmente podría haber concretado. Además, reconozco la fortaleza que solo Dios puede dar para llevar a buen puerto los nuevos desafíos”, expresó.
El Colegio Oratorio Don Bosco ha dado un paso importante hacia la consolidación de una cultura ambiental escolar, en línea con los principios del SNCAE, que integra los ámbitos Curricular-Pedagógico, Gestión y Relaciones con el Entorno. “Lo bueno es que ya estamos trabajando, avanzando y mejorando cada día”, concluyó Herrera, reafirmando el compromiso de toda la comunidad educativa con la sostenibilidad y el cuidado del planeta.