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Viernes, 16 Octubre 2020

Feliz día del educador Salesiano

Creer que otra educación es posible, otro mundo es deseable y posible. ¡FELIZ E IRRENUNCIABLE MISIÓN!

1.- Educar es una obra de Amor: Porque es dar vida y no olvidar que el amor es exigente, pide comprometer los mejores recursos, despertar la pasión, y con paciencia ponerse en camino. Para un docente, el trabajo de ir todos los días a la escuela y encarar sin aflojar nunca el desafío de enseñar es una empresa de relevancia social.

2.- El Educador es un Maestro del riesgo razonable: Un educador que no sabe arriesgar no sirve para educar. Es como enseñar a caminar. No se está seguro, pero se avanza y siempre se debe dar un paso más. El auténtico educador permanece en la escucha empática de los niños y jóvenes por ser una persona de encuentro. Y para hacer real ese encuentro todos necesitamos confiar en nuestros afectos. Querer lo que hacemos y querer a nuestros alumnos. Son artesanos que se hacen cargo de los niños/jóvenes y los cuidan.

3.- Un educador es el que cree en el futuro. Decir niño es decir futuro: Es la mirada del maestro sobre sus alumnos, niños y jóvenes que lo ve como portadores de un gran tesoro, que han de descubrir, hacer crecer y entregar a los demás. Educamos para hacer crecer personas maduras, que despierten la memoria, que vivan el presente como don, desarrollen la capacidad del buen juicio crítico, acepten e integren la realidad corpórea, profundicen en los valores sociales y sean acompañados a un camino de conversión personal al encuentro con Jesucristo.

4.- Educar es una misión con horizontes compartidos: Debemos alcanzar LA EXCELENCIA EN LA SOLIDARIDAD. No se trata de educar para hacerlos buenos y generosos, hacer colectas, voluntariado, pertenecer a una ONG. Es preciso crear una nueva mentalidad, que piense en comunidad, en prioridad de vida. Debemos hacer crecer en humanidad. Visionemos esa alianza entre humanidad y ambiente. El hecho de re-utilizar algo en vez de desechar puede ser una muestra de amor que exprese nuestra propia dignidad.

5.- La escuela es una familia de familias: Para educar a un hijo se requiere de todo un pueblo. La escuela y la familia no son contrapuestas. Siendo familias la escuela se convierte en un espacio de diálogo de generaciones. En donde toman contacto con la vitalidad de nuestra historia y descubrir en ella la posibilidad del futuro y modelos de vida que ofrezcan inocultables signos de que algo nuevo es posible.

6.- La misión de la escuela es desarrollar el sentido de lo verdadero, el sentido del bien y el sentido de lo bello: Por ello la “gramática del diálogo”, es la clave. Las tres lenguas que una persona debe aprender a hablar son la lengua de la mente, la lengua del corazón y la lengua de las manos, pero en armonía y juntas. Así se evita que la educación sea una mera transmisión de conceptos sino un proceso de construcción de personas.

7.- Donde hay un niño empieza una terca Esperanza: Un educador anclado en la terca esperanza es el que puede ofrecer un marco de contención a sus alumnos, que sin quitar la libertad, despeje el miedo y aliente en el camino. Es el que puede lograr que un chico, un joven tenga horizontes hacia adelante y hacia atrás, con memoria del patrimonio recibido y asumido… y con proyección a través de las utopías y sueños hacia el futuro ¿preparamos a nuestros chicos para recibir la semilla de la esperanza?

8.- Hacer Red: significa crear lugares de encuentro y diálogo dentro de las propias instituciones educativas pero también promoverlos fuera, con personas provenientes de otras culturas, otras tradiciones, de religiones diferentes, para que el humanismo cristiano contemple la universal condición de la Humanidad hoy. Hacer red es una necesidad para hacer proyectos educativos eficaces que muestren IDENTIDAD, para saber insertarse en la civilización, para promover LA CALIDAD, escapando del inmovilismo y de la fobia al cambio. Y para ampliar los horizontes del BIEN COMÚN, y educar a todos en la pertenencia a la familia humana.

9.- El buen educador saber descender a lo concreto: recordemos el principio de saber encarnarse en la piel de nuestro pueblo. Sus preguntas nos cuestionan. Sus batallas, sueños y preocupaciones tienen el valor hermenéutico, que no podemos ignorar…Nuestro Dios escogió este camino el de la encarnación y así se convirtió en nuestro mejor pedagogo. Nuestro estilo pedagógico debe ser, entonces, 1) el del que sabe acompañar a sus alumnos a crecer, 2) el que nunca los deja de acariciar como hijos, y el 3) que sabe compartir la vida entera.

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